Cuando uno recibe el encargo de realizar un local que ha de ser referente, no sólo de los habitantes del barrio donde se ubica, sino de la gran clientela potencial “de paso” que se espera, lo primero que hace es analizar todos los locales, todos los estancos que guarda en su memoria subconsciente. Es entonces cuando resulta fácil sintetizar los conceptos básicos que se mantienen comunes de unos a otros, y así poder plasmarlos en una propuesta única, identificativa y llamativa: el color carmín, el amarillo intenso, el logo de tabacalera y la palabra Tabacos. La propuesta busca la identificación de la actividad comercial ahondando de manera evidente en esos elementos comunes fácilmente relacionables por la mayoría. La fachada se convierte así en un gran logo. El gran portón de seguridad que cierra el vestíbulo previo de entrada adopta la geometría y proporciones del logo de Tabacalera (una hoja amarilla de tabaco inclinada cruzada por la letra T de Tabacalera). Cerrada, el portón es exactamente el logo. Abierta, la franja central de la T se des-proporciona, generando la entrada al local. Si no hubiera nada escrito, todo el mundo sabría que lo que hay en su interior es un Estanco.
El resto es una traslación inmediata, los colores principales son los corporativos dejando los demás elementos en una neutralidad de grises que no hacen más que resaltar los principales. Una chapa y persiana de seguridad cierran el contenedor interior quedando como acabado directo. Los dos grandes pilares reciben tratamientos diferentes. El de fachada se abujarda como fondo de la gran T. El interior se reviste de un vidrio lacobel negro a modo de espejo multiplicador del espacio.